El clima de venganza se percibe en cada esquina del barrio Juan XXIII, más conocido como La Bombilla. La historia de la pelea que mantienen los integrantes de las familias Reyna y Farías sumó un nuevo capítulo de sangre y violencia. Un joven de 22 años fue asesinado de un disparo en el pecho. El sospechoso es un menor, hermano de Emanuel “Monito” Reyna, que fue ultimado el domingo 17. La víctima, era sobrino del acusado del crimen perpetrado el domingo 17, hace menos de dos semanas.
Y lo que es peor aún, con los policías trabajando en el lugar, a los celulares de parientes de víctima y victimario no cesaban de llegar amenazas de muerte. En el humilde caserío saben que esto no quedará así. Están convencidos que las balaceras seguirán por varios meses, o por lo menos, hasta que no encierren a los más violentos de ambos clanes.
Eran las 12.30. Luis Ezequiel Navarro había salido a su casa a realizar una compra. Circulaba en su motocicleta por Chile antes de llegar a Ejército del Norte sin saber que en la esquina lo estaban esperando dos jóvenes. Según el testimonio de vecinos, el asesino sacó una pistola nueve milímetros y efectuó tres disparos. Uno de ellos impactó en el pecho de la víctima y los otros dos en los brazos. Cayó en el suelo, a pocos metros donde encontraron herido al “Monito”.
Los habitantes de la cuadra, cargaron al herido en el rodado que se movilizaba y lo trasladaron al Hospital Avellaneda. Los médicos poco pudieron hacer y murió a los pocos minutos.
“Escuchamos tres estampidos y salimos corriendo para ver qué era lo que había sucedido. Ahí nos dimos cuenta que había un chico herido de un tiro en el pecho. Después nos enteramos que lo habían emboscado”, dijo María Laura, que por temor a represalias no dio a conocer su apellido.
Personal de la División Homicidios, al mando de los comisarios Hugo Cabezas y Sergio Juárez, en base a varios testimonios, sospechan que el acusado y su acompañante habían estado observando los movimientos de la víctima y que se habrían movilizado a toda velocidad para concretar el ataque de manera sorpresiva.
“Dicen que el que lo mató se acomodó en su moto, esperó que se aproximara para dispararle sin problemas. Después salieron huyendo al norte”, destacó Juan Carlos, trabajador gastronómico que vive en la zona donde ocurrió el homicidio.
“La gente lo cargó en la misma moto del chico y se lo llevó. No entiendo por qué lo mataron. Él era bueno. Creo que no tuvo problemas con la Ley. Ser integrante de los Farías le costó la vida”, comentó Josefina, empleada doméstica.
Viejo rencor
Ambas son familias son conocidas en el populoso barrio. La mayoría de sus integrantes cuentan con antecedentes. Los Reyna fueron noticia en los últimos meses. En la distribuidora mayorista de gaseosas del barrio que sería del “Mono” Reyna, la Policía encontró cuatro kilos de marihuana y más de $800.000 en efectivo. Los investigadores, que hicieron un allanamiento por una causa por el robo de una moto. En ese allanamiento también se encontraron cuatro pistolas nueve milímetros.
Cuentan en el barrio que las diferencias entre ambos clanes comenzaron por un violento episodio. El “Mono” Reyna habría herido con un arma blanca a uno de los Farías y esa lesión le generó problemas de salud. Ese odio fue transmitido a sus hijos que, desde pequeños, se transformaron en enemigos.
La investigación del crimen del “Monito” sirvió para descubrir nuevos enfrentamientos entre ambas familias. Este había herido de dos balazos a Diego Farías, quien juró vengarse de ese ataque a pesar que debió mudarse a otro barrio del sur de la capital para no ser atrapado. Y cumplió su promesa el domingo 17, cuando sorprendió al “Monito” y lo ultimó de dos balazos.
La historia de violencia no termina ahí. Los investigadores sostienen que desde hace tiempo trataban de convencer a los familiares de Farías que se entregara. Este no sólo que no aceptó la propuesta, sino que les envió un mensaje estremecedor. “Si me llego a presentar, los Reyna van a matar a toda mi familia. No puedo abandonarlos. Sólo me entregaré cuando también liquide al ‘Mono’”, se puede leer en la pantalla del celular donde llegó la respuesta.
Temor
El clima en La Bombilla había cambiado mucho desde el primer homicidio. Pero ahora es peor. En el caserío todos abren bien los ojos y tienen mucho cuidado cuando salen de sus hogares. “El problema que existe entre esas familias inquietan a todo el barrio. El drama es que todos andan armados y disparan sin problemas. No les importa nada”, aseguró Mariano Herrera, vecino al que no le importó dar a conocer su apellido.
“Hay que ser sincero. Este tipo hizo tres tiros en medio de la calle. Qué hubiera pasado si esos proyectiles no daban en el blanco e impactaban en el cuerpo de inocentes”, agregó Herrera.
Laura Hidalgo, ama de casa, también dijo que estas personas están perjudicando todo los habitantes del barrio. “Acá también vive gente trabajadora y por eso estamos preocupados por todos estos hechos de violencia. Tenemos que acabar con toda la locura que se vive”, concluyó.